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Si eres fan de los móviles “pequeños”, pero a la vez potentes, el iPhone SE (2022) es la opción más barata de Apple y tiene el mismo procesador que el 13 Pro. La versión de 128 GB se puede comprar más barata que la de 64 GB: 499 euros.
Con un precio de venta recomendado de 579 euros en las Apple Store oficiales y proveedores autorizados, el iPhone SE (2022) de 128 GB se puede comprar en MediaMarkt con un descuento de 80 euros que lo deja más barato que la versión de 64 GB: 499 euros.
Con unas dimensiones de 138,4 x 67,4 x 7,3 mm y un peso aproximado de 144 gramos, el iPhone SE (2022) recupera el icónico diseño del iPhone 8 y su característica pantalla Retina IPS LCD de 4,7 pulgadas con una amplia gama de colores y tecnología True Tone. El panel cuenta con un revestimiento oleofóbico para repeler al máximo las marcas de huellas dactilares
Integra el potente procesador Apple A15 Bionic con 4 GB de memoria RAM para ejecutar de forma óptima el sistema operativo iOS 15. Sus 128 GB de almacenamiento interno permiten instalar un buen número de apps y guardar fotos y vídeos. Dispone de un botón home físico con lector de huellas Touch ID.
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Un chip de alta eficiencia, una batería mejorada y iOS 16 trabajan juntos para aumentar la duración de la batería. Cuando necesites cargarlo, solo tienes que colocar el iPhone SE en un cargador inalámbrico. O conecta un adaptador de 20 W o superior para cargarlo rápidamente desde cero hasta un 50% en 30 minutos.1
Desde retransmisiones en directo a juegos multijugador o vídeos compartidos, el 5G realmente acelera las cosas. Incluso hace que FaceTime en alta definición y SharePlay se sientan fluidos y sin problemas cuando estás en movimiento. Cuando no necesitas tanta velocidad, iPhone SE cambia al modo Smart Data para ahorrar batería.3
Dale dirección a tu cámara con Estilos Fotográficos. Elige un estilo, como Cálido o Frío, e iPhone SE aplicará los ajustes de forma selectiva, manteniendo los cielos y los tonos de piel naturales. Así, tus fotos tendrán automáticamente el aspecto que te gusta.
iPhone te ayuda a controlar tu información personal. Por ejemplo, cuando navegas, Safari te ayuda de forma inteligente a bloquear rastreadores para que no te hagan perfiles y te muestra cuáles han sido bloqueados en tu Informe de Privacidad. Y la lista continúa.
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Los primeros smartphones se dirigían principalmente al mercado empresarial e intentaban combinar la funcionalidad de los asistentes digitales personales (PDA) autónomos con la telefonía móvil, pero se veían limitados por su voluminosidad, la escasa duración de la batería, la lentitud de las redes móviles analógicas y la inmadurez de los servicios de datos inalámbricos. Estos problemas acabaron resolviéndose con el escalado exponencial y la miniaturización de los transistores MOS hasta niveles submicrónicos (ley de Moore), la mejora de la batería de iones de litio, unas redes digitales de datos móviles más rápidas (ley de Edholm) y unas plataformas de software más maduras que permitieron el desarrollo de ecosistemas de dispositivos móviles independientes de los proveedores de datos.
La mejora del hardware y una comunicación inalámbrica más rápida (gracias a estándares como LTE) han impulsado el crecimiento del sector de los teléfonos inteligentes. En el tercer trimestre de 2012, se utilizaban mil millones de smartphones en todo el mundo[2]. Las ventas mundiales de smartphones superaron las cifras de ventas de teléfonos fijos a principios de 2013[3].
A principios de la década de 1990, el ingeniero de IBM Frank Canova se dio cuenta de que la tecnología de chip e inalámbrica se estaba volviendo lo suficientemente pequeña como para utilizarla en dispositivos de mano[5]. El primer dispositivo comercialmente disponible que podría denominarse propiamente “smartphone” comenzó como un prototipo llamado “Angler” desarrollado por Canova en 1992 mientras trabajaba en IBM y demostrado en noviembre de ese año en la feria de la industria informática COMDEX[6][7][8] Una versión refinada fue comercializada a los consumidores en 1994 por BellSouth bajo el nombre de Simon Personal Communicator. Además de realizar y recibir llamadas de móvil, el Simon, equipado con pantalla táctil, podía enviar y recibir faxes y correos electrónicos. Incluía una agenda de direcciones, un calendario, un programador de citas, una calculadora, un reloj con la hora mundial y un bloc de notas, además de otras aplicaciones móviles visionarias como mapas, informes bursátiles y noticias[9].
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En los últimos años se ha producido un notable aumento de la micromovilidad en muchas ciudades del mundo. ¿Debería preocuparse la industria automovilística?, nos preguntábamos esta semana. En muchas ciudades del mundo, el auge de la micromovilidad se ha hecho cada vez más patente en los últimos años, espoleado por la pandemia que disuadió del uso del transporte público compartido. La micromovilidad puede adoptar la forma de bicicletas, e-bikes, patinetes eléctricos, etc., que pueden ser de propiedad privada o suministrarse en régimen de alquiler; también han aumentado los vehículos tipo carrito de golf, que protegen un poco más de los elementos y del almacenamiento. Con los precios de los coches en niveles elevados -en noviembre de 2022 se registró un máximo histórico en el precio medio de las transacciones en EE.UU.-, estas opciones de precios algo más competitivos ofrecen una forma alternativa de hacer frente a las necesidades de transporte de los ciudadanos. Pero, ¿suponen una amenaza real para el modelo de propiedad del automóvil? Siga leyendo.
Algunos reclaman un mayor apoyo estatal a la industria automovilística británica, pero el fracaso de Britishvolt era probablemente inevitable. En julio de 2022, el entonces ministro británico de Economía, Kwasi Kwarteng, afirmó que la gigafactoría prevista en Blyth (Northumberland) sería “transformadora” para el noreste de Inglaterra. Con una inversión total de 3.800 millones de libras, la empresa Britishvolt produciría 300.000 baterías de iones de litio al año, crearía 3.000 puestos de trabajo directos y apoyaría a otros 5.000 en la cadena de suministro. Kwarteng anunciaba una subvención pública de 100 millones de libras destinada a desbloquear la inversión privada para llevar a cabo el proyecto. Seis meses más tarde, cuando Britishvolt aún no había recibido la subvención, la empresa entró en concurso de acreedores. Es posible que otra empresa vuelva a poner en marcha el proyecto de Blyth, pero el fracaso de Britishvolt demuestra que el Reino Unido se está quedando rezagado con respecto a otros países europeos en cuanto a la preparación del sector automovilístico para el futuro. Los organismos de la industria han reclamado un mayor apoyo gubernamental para un sector que emplea a cerca de un millón de personas en el Reino Unido, pero los problemas estructurales del mercado significan que el declive constante de la industria automovilística del país puede ser inevitable.